Empecé por adquirir un pequeño compromiso con un amigo: durante 5 min haría 3 ejercicios, tras cenar, a diario. Concretamos ejercicios y excepciones aceptables. Le contaba regularmente mi desempeño.
La fuerza de voluntad me parece difícil de mantener, porque no es agradable. Los incentivos y el entorno pueden ser muy agradables y sostenibles si los adapto a mis preferencias. Por eso, elegí ejercicios que me hacían sentir bien, y preparé el salón para que fuese un entorno facilitador: sin obstáculos y con el material para ejercitarme a la vista.
Pasé después a añadir más cambios de hábitos, en concreto sobre uso del smartphone y alimentación. Para no aburrir a mi amigo, empecé a llevar un registro en papel y a hacer públicas mis decisiones y justificaciones. Así, me comprometo más y puedo servir de ayuda a más gente.
Sigo haciendo cambios pequeños y fáciles. Si el nuevo hábito me resulta difícil de mantener, acepto que no es mi momento y lo modifico, al menos temporalmente, para que no sea una causa de frustración.
Guardo una copia de Mi Algoritmo Vital tras cada modificación, por seguridad y para poder consultar versiones anteriores. Así, evito hacer modificaciones en bucle por no recordar las consecuencias de decisiones pasadas.
Puedes ver las modificaciones pasadas y futuras sin tener que releer todo, entrando en El blog de Mi Algoritmo Vital. También puedes suscribirte y comentar: así aprenderemos juntos.
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