Ego, orgullo y autoestima son sinónimos del poder o mérito que siento. Lo opuesto podría ser el agradecimiento a la vida, independientemente del nivel de autoestima.
Para buscar el equilibrio, por orden de complejidad:
- Agendarme actividades en las que:
- Perder y ganar: deportes, negocios...
- Sentirme poderoso y vulnerable: en la inmensidad del mar, la montaña...
- Ser consciente de la multitud de factores que no controlo y condicionan mis pensamientos y conducta.
- Aceptar la ilusión del yo y del sentido de agencia: yo no dirijo mi vida, ni soy dueño de mis sensaciones y pensamientos. Cuando tomamos una decisión consciente, esa decisión ya había sido tomada antes a nivel inconsciente, o al menos, condicionada [1, 2]. Nadie puede controlar sus pensamientos.
- Aceptar el no libre albedrío.
La palabra yo sigue siendo útil para entendernos al referirnos a mi persona.
El sentido del yo y el sentido de agencia facilitan accionar hacia la solución de un problema, pero en exceso, pueden llevar a estrés crónico. Trascender el yo y el sentido de agencia facilita elevar el nivel de satisfacción aceptando la realidad, pero en exceso, reduce mi reactividad hasta el punto de poner en riesgo mi bienestar. Conclusión: equilibrio.
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Etiquetas: simplifican y fijan la identidad
Libre albedrío: qué es, implicaciones
Referencias
1. Waking up. Sam Harris.
2. PRICE, Joseph L. Free will versus survival: brain systems that underlie intrinsic constraints on behavior. Journal of Comparative Neurology, 2005, vol. 493, no 1, p. 132-139.
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