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El día volvió a amanecer húmedo y nublado, y caminé varias horas con los pies calados.
Tierra roja.
Imprescindible poner alto el volumen:
Empezó a despejarse cuando tenía que hacerlo, en los llanos de Aguastuertas.
Al salir de Aguastuertas, di vista al Valle de Guarrinza, por el que seguía el río Aragón, y a las últimas montañas rocosas que tenía que atravesar.
Chipeta Alto, Petraficha, Gamueta, Mallo Acherito...
El calor, tras las condiciones de humedad, hizo que aumentaran los dolores en mis plantas de los pies, que llevaban ya días en no muy buen estado.
Lenito, Peña Forca y Rincón de Alano.
Mallo Acherito desde el propio Barranco de Acherito.
Lirio Pirenaico o Iris Latifolia.
Dejé atrás el Castillo de Acher y me adentré, una vez más, en la niebla francesa.
Barranco de Acherito y detrás el Castillo de Acher, Costatiza y Agüerri.
Justo en el momento exacto, se abrió un poco la niebla para poder ver las Agujas de Ansabere junto al Petrechema.
Tras un tramo de offtrail entre rocas, volví a los prados, pero viendo siempre cerca el caótico karst de Larra. Por suerte, estaba bien marcado y disfruté de un entorno salvaje y solitario.
Mallo Acherito a la derecha.
La niebla de los últimos dos días prodecía de un tremendo mar de nubes.
Sobarcal y Mallo Acherito.
Mesa de los Tres Reyes o Hiru Erregeen Mahaia.
Karst y prados entrelazados.
Karst superdesarrollado.
Petrechema y Mallo Acherito.
Nubes, cuanto menos, intimidantes.
La Paquiza de Linzola cubierta de nubes.
Llegando al Rincón de Belagua, las pesadas nubes me regalaron unos bonitos rayos de sol.
Sierra de Alano.
Tras andar por el bosque hasta que no quedaba luz, meterme en la funda de vivac, y quedarme dormido, tuve la visita de unos seres no muy agradables...
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