Etapas: 0 - 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9 - 10 - 11 - 12 - 13 - 14 - 15 - 16 - 17 - 18 - 19 - 20
Era sábado y el domingo había quedado con mi familia en Lekunberri, así que tenía que andar muchas horas para llegar a tiempo. Aún así, di un rodeo para pasar por la mágica Cueva de Harpea.
Vista atrás al valle recorrido.
Inicios del Valle de Nive.
Cueva de Harpea.
Generalmente, era fácil ir a un ritmo constante, porque ya desde el día anterior, abundaban las pistas, algunas incluso asfaltadas.
Ortzanzurieta y Txangoa.
Todavía se veían a lo lejos el Orhi y otras grandes montañas.
Me uní al Camino de Santiago hasta el Collado de Lepoeder, donde entra en España, y allí tomé una decisión mientras veía pasar peregrinos.
Me apetecía ir al Mar Cantábrico en lugar de ir hacia casa y luego repetir la Alta Ruta Cantábrica del año anterior. Prefería hacer algún otro viaje a algún sitio desconocido (acabé en los Alpes franceses). La tentación de tener el mar tan cerca fue demasiado grande.
Tan cerca, pero más lejos que Lekunberri y sin información del recorrido. Hasta entonces, había utilizado unos mapas de gran escala, pero muy útiles para analizar rápido el entorno, y una hoja de ruta elaborada por mí, con toda la información relevante recopilada desde casa, distancias y desniveles. Tendría que seguir con las marcas del GR 11, el GPS y recabando información siempre que fuese posible. Iba a ser difícil llegar el domingo, pero quería intentarlo y así poder volver a casa con la familia.
Notable diferencia en el aumento de la distancia.
Orreaga/Roncesvalles y Auritz/Burguete.
Mirar al horizonte era esperanzador, ya que veía montañas pequeñas y de relieve suave.
Autza.
Iturrunburu y Adi.
El entorno era cada vez más civilizado.
Necesitaba apurar hasta el último rayo de sol, así que seguí hasta que se me hizo de noche en Elizondo.
Me dolían los pies como consecuencia de andar muchos kilómetros por pistas asfaltadas. De hecho, el último descenso ya había sido muy penoso. Me di un buen masaje con la esperanza de mejorar al día siguiente.
Por la noche, volvieron los de un par de noches antes, pero esta vez, sin tocarme.
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